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14 El que comienza la contienda es quien suelta las aguas;
desiste, pues, antes que estalle el pleito.
15 El que justifica al impío y el que condena al justo,
ambos son abominables al SEÑOR.
16 ¿De qué sirve el dinero en la mano del necio
para adquirir sabiduría, si no tiene entendimiento?

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